Parece acogedora, verdad? pues nada más lejos de la realidad. Nunca jamás, bajo ningún concepto, os alojeis en La Cansina (con ese nombre debimos habernos hecho una idea...), salvo que querais ducharos con agua fría, meter la bebida en un arcón-congelador con olor a muerto, encontrar condones inflados debajo del sofá, pasar más frío que en Laponia y encontrar una blanca y esponjosa alfobra de moho bajo la mesa de la cocina, con escape de gas incluido... O que querais el viaje más anécdotico de vuestra vida, como resultó ser nuestro caso.
Lo poco que pudimos ver de la ciudad -excusa perfecta para volver y poder ver a los que me dejé en el tintero- me encantó. Pero, como siempre, y por tópico que suene, lo mejor fue la compañía. Sobrevivimos juntos a La Cansina y eso une a la fuerza. Yo, además, añado a mi lista unas cañas con los papamosqueadores de mis entretelas, así, de guinda del pastel.
Resumiendo, que ya estamos tardando en organizar la siguiente! Y mil gracias a los sevillanos, que os lo habeis currado de lo lindo y que no cambio esta serie de catastróficas desdichas por nada del mundo.