jueves, febrero 26, 2009

Sevilla


Parece acogedora, verdad? pues nada más lejos de la realidad. Nunca jamás, bajo ningún concepto, os alojeis en La Cansina (con ese nombre debimos habernos hecho una idea...), salvo que querais ducharos con agua fría, meter la bebida en un arcón-congelador con olor a muerto, encontrar condones inflados debajo del sofá, pasar más frío que en Laponia y encontrar una blanca y esponjosa alfobra de moho bajo la mesa de la cocina, con escape de gas incluido...  O que querais el viaje más anécdotico de vuestra vida, como resultó ser nuestro caso.

Lo poco que pudimos ver de la ciudad -excusa perfecta para volver y poder ver a los que me dejé en el tintero- me encantó. Pero, como siempre, y por tópico que suene, lo mejor fue la compañía. Sobrevivimos juntos a La Cansina y eso une a la fuerza.  Yo, además, añado a mi lista unas cañas con los papamosqueadores de mis entretelas, así, de guinda del pastel.

Resumiendo, que ya estamos tardando en organizar la siguiente! Y mil gracias a los sevillanos, que os lo habeis currado de lo lindo y que no cambio esta serie de catastróficas desdichas por nada del mundo.

miércoles, febrero 18, 2009

England



Lo conseguimos!

El cosmos no estaba muy de acuerdo con este viaje, así que nos la jugó unas cuantas veces, llenándolo de anécdotas que le dan aún más vidilla. 

Ha habido de todo, como en botica. Desde no conseguir comernos unos malditos fish and chips, a estar a punto de quedarnos en tierra (hereje, para mas inri), o a tener siempre un japo ocupando el baño cuando más lo necesitabamos. Y a volverme de allí sin The lord of the Rings, que manda huevos... 

Pero ha sido genial. Después de dos meses sin N y de años sin volar juntas, no podía ser de otra manera.

He vuelto con la maleta más llena de lo que se fue, la cámara repleta de instantes congelados y un montón de abrazos menos que se han quedado por allí.

Y como estoy de un vago supino, imágenes en vez de más palabras.

Bristol

Bath

London

El camino sigue y sigue. Próxima estación: Sevilla.

jueves, febrero 12, 2009

Todo tiene su fin

Empecé en este trabajo con varias cosas muy claras:

-ser adiministrativo es una de mis peores pesadillas, esto va a terminar y, cuanto antes, mejor.

-no pienso relacionarme con nadie, quiero estar de paso, no quiero implicarme en absoluto, en ningún sentido.

Hoy, cinco meses después, he escaneado los últimos planos, he dado por completadas las BBDD, he dejado 24 cajas listas para el archivo histórico, he apagado mi equipo y he salido corriendo, incapaz de decir algo más que "nos vemos pronto, cuídaos",  sin montar el numerito lacrimógeno de niñata histérica. 

Y no sé bien por qué. No he descubierto la profunda fuerza para la realización personal que habita en cada fotocopiadora, ni los beneficios del lacrimeo constante los días de rescate de cajas polvorientas en el almacén. Pero estoy triste.

A pesar de mi voto de aislamiento, sociabilizarme un poquito ha sido inevitable. Y si ellos son una muestra significativa de la calidad del personal, me alegro de no haberme relacionado con nadie más o ahora mismo estaría encadenada a mi escritorio al grito de "no me moverán". 

Me he dado cuenta, además, de que es la primera vez que quiero seguir en un trabajo y no puedo hacerlo. Jamás me había pasado antes, siempre los dejé yo. Es una sensación realmente jodida, una mezcla entre rabia, pena e impotencia. Me siento un poco estúpida diciendo esto, y más en estos días en los que los despidos están a la orden del día, pero me ha pillado de nuevas y realmente me ha dejado tocada.

No era el trabajo de mi vida, sabía que era algo temporal, la crisis tenía que afectarme más temprano que tarde... pero me he sentido tan a gusto, tan en casa, que no puede dejar de apenarme.

Lo bueno de las despedidas tristes es que lo son porque tienen detrás días felices. De estos meses me llevo el saber que soy capaz de sorprenderme, el recordar que puedo encontrar lo bueno de las cosas y exprimirlo. Pero lo que realmente me ha tocado la fibra es comprobar que no necesito cambiar. Que puedo ser como soy, siempre, en cualquier circunstancia, con cualquier persona. Puede que a veces ésto me cierre puertas, pero otras me las abrirá. Y ésta vez me ha abierto unos brazos.

domingo, febrero 08, 2009

¿Para olvidar o para recordar?

No tengo nada claro para cual de las dos cosas han sido estos últimos días, pero lo que está claro es que no han sido ni normales, ni afortunados.

-Vuelo a Bristol cancelado por nieve.

Apaño: cambiar la fecha del vuelo e irnos a la Alcarria profunda.

-Leña mojada que nos impide encender la chimenea.

Apaño: jugar al Scatergories metidas en los sacos de dormir.

-Excursión con bocata a Valverde de los Arroyos abortada (despues de hora y media de coche hacia el destino) por placas de hielo en la carretera.

Apaño: ponernos hasta el culo en un restaurante de estos chulos chulos.

Y ahora, a recomenzar la cuenta atrás...

lunes, febrero 02, 2009

Valencia


Febrero llega cargado de viajes, lo cual es una maravilla, una ruina y una forma estupenda de no tener tiempo para absolutamente nada. Pero bienvenidos sean estos caprichos ahora, antes de que las vacas flacas me escuernen.

Primera parada: Valencia.

Otro de los viajes que llevabamos eones queriendo hacer y que se iba retrasando ya demasiado.

Como buenos turistas exprés que somos, lo vimos todo todo y todo. Y el que todo lo ve, algún error comete: tragarse la proyección "3D" sobre dinosaurios de L'Hemisféric. No lo hagais.

Sin embargo, algo que no hay que dejar de hacer es pasear por la zona y detenerse en cada resquicio de los edificios que forman el complejo de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Son espectaculares.

  

El Oceanógrafico era el principal culpable de nuestra visita y no defraudó. Un diseño alucinante, una sensación de limpieza y cuidado que ya quisieran muchos acuarios y... las belugas! Y tengo que mencionar un detalle que me encantó y es la labor de concienciación que llevan a cabo a través de los guías. 

 

 

 

Pero no solo de la CAC vive el hombre y nunca se han visto suficientes bichos, así que nos fuimos a África. 

Sí sí, por si no lo sabíais, hay un pedazito de África en Valencia, y se llama Bioparc. Y como no me gusta la paella, puedo afirmar que es lo mejor que tiene Valencia. Es un parque zoológico inmersivo, donde cada instalación es un trocito del hábitat de la especie que la ocupa, con una disposición estratégica y sin ningún tipo de barrera visual entre nosotros y ellos. Además contamos con un anfitrión de lujo que nos regaló una visita guiada que fue un privilegio y, además, me cayó de propina un rascado sobaquil a un marabú simpático como él solo. Mil gracias, Jon.

 

 

Y el viaje terminó, con lluvia, niebla y un frío de mil demonios. Pero las escapadas continuarán.

Próxima estación: Inglaterra.