Vetiliel se nos casa y no hace falta decir que la despedida tenía que estar a la altura, no por hobbit más baja.
No hubo un solo momento - desde que la secuestramos sin decirla que la llevábamos a Hobbiton, hasta que pasó la resaca de la fiesta bajo el árbol, bailes, fuegos, acertijos, mapas, capas, espadas, dragones y, por supuesto, muchísima comida y bebida - en que no hubiese una sonrisa en su cara.
Y es que no hay nada mejor que gozar de los placeres de una vida sencilla...